jueves, 18 de agosto de 2016

No suelo hablar de muertes (más o menos) mediáticas por aquí, que para eso están otros espacios más inmediatos, pero ayer se murió Víctor Mora y no es cosa de dejarlo pasar con un mero retwitt. Al menos dejar dicho que fue el primer nombre de guionista del que tuve conciencia cuando todavía leía tebeos como quien come pipas y lo que me importaba era el personaje y la peripecia. Víctor Mora, el de El Corsario de Hierro (yo a Trueno llegué tarde, como a muchas cosas) y el de Dani Futuro. Luego llegó su imagen dibujada por Luis García en Las crónicas del Sin Nombre, y los chistes que hicimos todos a costa de esa novela suya que ninguno leímos, Los plátanos de Barcelona, pero que tan cómica sonaba así, dicho el título en alto.

De alguna manera, y con independencia de su obra o de su trayectoria, su figura, su nombre, fueron importantes, y hablan de una época y de una industria, de una lucha, de un fervor y de más de una derrota.

Víctor Mora nos ayudó a crecer y nos enseñó a leer. Él falleció ayer: sus personajes seguirán siempre con nosotros.


(Algunos datos aquí y acá.)
  

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