martes, 30 de agosto de 2016

El día amaneció nublado y fresquito, pero fue una falsa alarma. Sigue el verano sofocante. (Me hace falta ya un poco de invierno. Por favor.)

En la ventana de enfrente, la misma donde por las tardes se asoma a mirar la calle un perrillo blanco, una madre está ahora mismo despiojando (no es broma) a un niño.

Hay obra abajo, en esta misma acera, a diez pasos. Hay que poner la música más alta de lo habitual para escucharla por encima del ruido de las taladradoras.

Agosto se va.

Días tranquilos (ejem) en el edificio Baxter.


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