miércoles, 31 de agosto de 2016


En 1965 ocurren dos cosas importantes en Peanuts: Snoopy aparece por primera vez como as del aire de la Primera Guerra Mundial, y se enfrenta desde el primer momento al Barón Rojo.
Y también es el año en que Snoopy se convierte en ese escritor que abre todos sus trabajos con la misma, inverosímil y muy famosa frase.




(Por cierto: Cowabunga!)





Peanuts, 1965.

martes, 30 de agosto de 2016

El día amaneció nublado y fresquito, pero fue una falsa alarma. Sigue el verano sofocante. (Me hace falta ya un poco de invierno. Por favor.)

En la ventana de enfrente, la misma donde por las tardes se asoma a mirar la calle un perrillo blanco, una madre está ahora mismo despiojando (no es broma) a un niño.

Hay obra abajo, en esta misma acera, a diez pasos. Hay que poner la música más alta de lo habitual para escucharla por encima del ruido de las taladradoras.

Agosto se va.

Días tranquilos (ejem) en el edificio Baxter.


sábado, 27 de agosto de 2016




Música para el fin de semana. La gente de Belle and Sebastian se pone olímpica, y como este fin de semana toca pasarlo en el Marco Incomparable a pleno rendimiento, bien está lo que bien suena.

Por lo demás, bien. El verano sigue su curso, el ventilador sigue siendo mi mejor amigo y así todo.

Leyendo: Cómo ser mujer, de Caitlin Moran. Disfruté mucho de Cómo se hace una chica, y este libro anterior lo estoy gozando también. Soy ya muy fan de esta mujer.

Viendo: Scott & Bailey, un policial británico de esos que parecen escritos a navaja.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Bueno, pues ayer fue el día de vuelta al Marco Incomparable después de las vacaciones. Y todo muy bien. Menos público del que esperaba, aunque luego llegó el horario de gratis y fue el apocalipsis zombi.

Reencuentros afortunados. En general, mi gente. En particular, mi amiga C, que apura ya los últimos días.

(Cualquier excusa es buena para compartir una imagen de Jaime Hernández...)

lunes, 22 de agosto de 2016

Pues eso: Dublín.



La puerta del hotel, de color azul, y el perro guardián, un rato feo, que la protegía.

Más colores. Me encanta esta cosa tan de allí de romper la sobriedad de una fachada con una puerta roja, azul o amarilla.



Aires de Gotham. 

Las calles, las farolas... flores por todas partes.

Y escritores. Se hace raro ver en todas partes la efigie de Joyce, y comprobar que él, Wilde o Swift son carne de souvenir, atracción turística.
(Por ejemplo, Joyce en el cuarto de baño de un pub céntrico.)
(Por ejemplo, Wilde en un parque, al lado de la National Gallery y enfrente justo de la casa donde vivió.)
(O Bernard Shaw, en el vestíbulo de la National Gallery.)
Otra vez Joyce, claro. Se vuelve uno de allí con muchas ganas de releer Ulises. Por cierto, que se ha publicado una "traducción" de Finnegan's Wake no hace mucho. Y las comillas no son peyorativas: en un caso así, creo que no hay más opción que "traducir". (¿Quizá adaptar sería más correcto?)
A room with a view.
El folklore, claro: Molly Malone.


(Esta es otra Molly: la del Hotel Bloom. Más Joyce.)

Esos cielos.

domingo, 21 de agosto de 2016

(Esta es la última viñeta de la tira del 2 de noviembre. No sé si hacerme una camiseta con ella...)




(Estas dos dan también para camiseta, ¿verdad? Son tan yo, que diría mi amiga C...)









Peanuts, 1963. (Este es el año en que yo nací, y eso me provoca una sensación extraña, entre la euforia, el vértigo y la melancolía. Lucy, Linus y Charlie Brown tienen grandes momentos a lo largo de este año...)