jueves, 31 de diciembre de 2015

Pues a 2015 le voy a poner un notable, que no se ha portado tan mal y, visto desde aquí, diría que ha progresado adecuadamente hasta donde ha podido ser. 

Ahora a ver cómo remontamos el año nuevo, que tengo ahí unas cosillas que me gustaría que fueran cuajando.


En fin, eso. Que feliz salida y entrada, y ya mañana entramos en detalles, si acaso.

martes, 29 de diciembre de 2015


Cuando hojeo Aquí pienso en Perec y su afán patológico de fragmentar y documentar el momento, y me acuerdo también de Wells y su máquina del tiempo, que partía de una misma idea: el viajero ocupaba un punto fijo en el espacio, y asistía al fast forward de los acontecimientos hasta abismarse en un futuro atroz y didáctico. En este caso también hay un punto fijo, punto de vista, que ocupa el lector, y también es el tiempo el que transcurre a toda velocidad, y se detiene en un momento de hace treinta años, o se va hasta mucho más allá del futuro remoto, atrás y adelante repetidas veces. McGuire, el autor, maneja la máquina, acelera y ralentiza el tiempo, juega con él, lo edita y, así, crea un sorprendente mosaico de momentos congelados, de fragmentos de vida.

Lo más sorprendente es, por cierto, que este libro de maneras pictóricas no es más que la puesta en limpio de una historieta breve aparecida en la revista RAW allá por 1989, y que fue una bomba de explosión lenta que todavía hoy remueve los cimientos del medio (nuestro medio: los tebeos) y que le volvió la cabeza del revés a gente como Chris Ware, con las muy emocionantes consecuencias por todos conocidas.

La edición de Salamandra Graphic es impecable.


El libro, por cierto, está en un buen montón de listas literarias de lo mejor del año. No tengo claro que no sea por puro postureo y aprovechando que no parece un tebeo, pero ahí está y de algo servirá, digo yo.

lunes, 28 de diciembre de 2015


A veces es un cuento, una imagen que recoge Lupita de camino a otra parte. Por ejemplo, esta fábula de arquitecturas mágicas que señor AÍSA ilumina en azules.

sábado, 26 de diciembre de 2015




Música para el fin de semana. Para combatir el letargo de tanta celebración, nada como esta bomba de adrenalina y optimismo: Los Nikis

¿Todo bien? Ya queda menos... 

viernes, 25 de diciembre de 2015




Música (navideña) para el fin de semana (laaargo). 

She and Him son Zooey Deschanel y un señor que es músico. Hacen canciones de pop luminoso y pulcro, todo muy limpio y con sus guiños a los clásicos. Son ideales para estas fechas tan de quedarse en casa a comer sobras y a leer tebeos atrasados.

Feliz Navidad.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Hay libros de los que no sé decir nada. En parte porque está ya todo dicho, y bien dicho. Pero no es eso: más bien es que no sé ni por dónde empezar. Porque leerlos remueve tantas cosas y deja tantas preguntas en el aire, que se me hace un mundo intentar siquiera abarcar todo eso con palabras.

Y aquí de lo que se trata es de anotar y decir: esto hay que leerlo sí o sí, porque me gustó tanto que pasa el tiempo y no dejo de darle vueltas.


El hombre sin talento es uno de esos libros. ¿De qué habla? Pues de la vida, sin más. ¿Es una farsa, una broma, como el título (y la viñeta que he elegido) podrían dar a entender? De ninguna manera. Transmite, no sé si se me va a entender, una amargura amable, de la que hiere despacio. Y mucha ternura. Hay humor, claro, y espacio para la alegría. Eso, la vida. ¿A qué se parece? Yo he pensado en Tatsumi mientras lo leía, pero también en Hayashi. Y tampoco. Tsuge tiene otra mirada, entre lírica y grotesca.

La edición, de Gallo Nero, es impecable, e incluye información abundante sobre el autor y su obra.


(Y, en efecto, al final lo que digo y nada es todo lo mismo. Lo mejor: léanlo. No se van a arrepentir.)

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Nacho Casanova es casi casi un autor secreto, uno de esos tipos que llevan ya años de trabajo y un puñado de libros muy notables a sus espaldas, pero del que no se suele hablar. Y no sé bien por qué, porque entre sus tebeos recientes hay cosas excelentes. (Algunos ejemplos: El coche de Intisar, o Pornográfica, o Autobiografía no autorizada, o Mistigri.)


Este año se ha autoeditado Ssssh, un volumen que podría plantearse como resumen temático y estético de su carrera, quizá como reflexión antes de abordar una nueva etapa. En sus páginas podemos encontrar, de nuevo, sus mayores aciertos: historias breves y leves, de personajes, de tiempo detenido, de emociones. Ritmo lento, diálogos naturales, silencios.





Un regalo.


martes, 22 de diciembre de 2015

El teléfono no ha sonado en toda la mañana, así que no parece que me haya tocado el Gordo tampoco este año. Pero, como no hay Navidad hasta el sorteo de lotería, pongamos que ahora ya sí es oficial y les dejo aquí la felicitación que señor AÍSA me ha regalado. 

Desde el edificio Baxter les deseamos lo mejor para estos días y para el año próximo. (Y les adelanto ya que, si todo va bien, iremos dando alguna que otra sorpresa. Todo es saber esperar.)



lunes, 21 de diciembre de 2015

El lunes amanece lleno de ruido, con números y cálculos y mucho rasgar de vestiduras (propias y ajenas). En medio del lío, un momentito de descanso para sentarse con Lupita...


(señor AÍSA sigue dándolo todo en cada entrega...)

domingo, 20 de diciembre de 2015


A estas alturas, hablar aquí de Jaime Hernández está de más. Y está de más, también, decir lo que Love & Rockets ha supuesto para la historia del medio, en general, y para mí en particular. Matizar y centrarse en las Locas... pues eso, que está de más.


Si hubiera que quedarse con un libro este año 2015, un único libro, ese es Chapuzas de amor. Jaime Hernández. Locas. Love & Rockets. Ediciones La Cúpula.


Amor y cohetes. ¿Quién necesita nada más?


Me gustó Papel estrujado: lo dejé por escrito al poquito de leerlo. De hecho, buena parte de lo que entonces dije valdría para este segundo libro de Nadar: el cuidado en los detalles, el trabajo con los personajes, la preocupación por proporcionar una textura familiar y creíble a la narración.



Pero El mundo a tus pies es algo más. Toda segunda obra supone un riesgo, y Nadar aquí lo asume, ve la apuesta y la sube, y entrega un libro muy valiente. Primero, cambia el formato físico (¿se está poniendo de moda el cinemascope en papel?) y cambia también la estructura: tres historias independientes, relacionadas por temática y tratamiento. Segundo, cambia el asunto, o más bien centra su mirada en un único tema: la crisis y cómo la viven unos jóvenes que se ven obligados a emigrar, o a aceptar trabajos de mierda, y aún se espera de ellos que lo agradezcan y se sientan privilegiados. Tercero, también el grafismo cambia, se hace más limpio, menos expresionista, como abrazando una narrativa neutra y tradicional. Y se añade, además, el color, también en esa misma línea.



El resultado no decepciona, pero tampoco es redondo. O no me lo parece a mí. Por resumirlo en pocas palabras: la primera historia bien, se dicen las cosas sin decirlas y los personajes importan, pero  en la segunda se abusa de clichés que hacen que no me la crea (hablo de situaciones y hablo de personajes, también), y en la tercera hay determinados diálogos que pecan de enfáticos y demasiado "de tesis".



Y, no siendo del todo satisfactoria su lectura, está entre lo mejor que se ha editado este año. Por otras muchas razones. Y porque lo que está bien, que no es poco, está muy bien, y hay evolución y afán de cambio con respecto al libro anterior.

Además, en otro orden de cosas, cuenta lo que cuenta, y es muy importante que se hagan libros así, valientes y rabiosos. Es muy importante hacer una crónica de lo que está pasando. Y qué bien que se haga también desde nuestro medio (y fuera, claro, del reducto galo del humor gráfico, tan peleón siempre).

sábado, 19 de diciembre de 2015




Bueno, bien. Música para el fin de semana. Reflexión. My Bloody Valentine. Por si se me duermen...



Música para el fin de semana. Hoy, para la reflexión, My Bloody Valentine en su versión más balsámica. 

No les cuento más. 

viernes, 18 de diciembre de 2015

He dicho ya alguna vez que todo lo he aprendido en los tebeos, pero en realidad es una afirmación un poco exagerada. Lo cierto es que en los tebeos he aprendido sólo LO IMPORTANTE. Todo lo demás, las tontadas, lo aprendí en el colegio o en la calle. 

Así que un libro en que el autor habla de los tebeos que fueron (y son) importantes para él, y además lo razona, me tiene que gustar. Y Santiago García, que está que no para, ha escrito un libro así. Uno en el que importa más lo personal, lo que supuso de descubrimiento cada título, que el aparato crítico (que lo hay, ojo) o el afán de sentar cátedra, eso que a veces tanto nos pierde. No hay, por suerte, intención de proponer un canon, los cien mejores, los cincuenta más vendidos, los diez que sí o sí. Se trata, sencillamente, de hablar de todos esos tebeos (cómics, historietas, novelas gráficas) que gustaron a su autor, que significaron algo para él en su momento, y que todavía hoy mantienen su vigor, su magia. Y hacerlo como crítico, sí. Y como narrador. Pero, sobre todo, como lector.


(Lo que no me gusta: la edición, con su tapa dura y su papel lujoso, lo convierte en un objeto regalable, y ahí muy bien, pero también en un libro que resulta incómodo leer. Y la maqueta es más bien plana, y está mal aprovechada: uno esperaría un despliegue gráfico más festivo.)

jueves, 17 de diciembre de 2015

Me gusta mucho Paco Roca, y el Paco Roca que más me gusta es el más intimista, el de Arrugas. También, de alguna manera, el humorista. (No tanto el humorista en pijama como el otro, el del Emotional World Tour.) Y me gusta, sobre todo, que humor e intimidad suelen ir de la mano en sus trabajos.

 La casa está, precisamente, en esa línea. Así que, qué les voy a contar.


Dos notas. Primero, el formato apaisado exige propuestas de composición de página específicas, y Paco Roca resuelve bien el desafío. No se ha limitado a cortar por la mitad las planchas, sino que aprovecha el formato, juega con él. Segundo, la sutileza con que se aborda un tema tan complicado como la muerte reciente de alguien querido (el padre, en este caso). Ese humor ligero, cotidiano, que lo tiñe todo. En una palabra: cariño.


Una nota (personal) más: puede ser que este sea uno de esos libros que se entienden mejor si se han cumplido ya unos años y a uno le han pasado determinadas cosas. (Y eso, que hoy se publiquen tebeos así, es una buenísima noticia.)


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Álvaro Ortiz dibuja gente pequeñita y expresiva, llena sus páginas de viñetas también chiquitas, colorea con un gusto particular y característico y se ha construído un universo narrativo propio, inconfundible y muy abierto que nos ha dado tres obras sorprendentes, tres caminos diferentes para adentrarnos en él.

En tiempos firmó dos libros "de aprendizaje", de un tono poético muy diferente al que ahora maneja, pero que ya apuntaban las maneras narrativas que hoy todavía maneja. En ellos había ballenas y piratas, y había también veranos muertos. Después hubo un doble salto mortal, y ahí surgió una delicia de azules pálidos y dioses nórdicos, Fjorden, y una comedia "indie" de carretera y manta que le puso en el mapa y supuso su puesta de largo como autor, eso tan complicado: Cenizas.


Premios y becas después, y tras otro libro, Murderabilia, que desconcertó a muchos y le afianzó como creador de lenguaje y mundo propios, este año ha publicado Rituales. Que es un artefacto sorprendente, de narración fragmentaria y acumulativa, lleno de guiños y muy, muy satisfactorio. Seguramente su mejor trabajo hasta hoy (y así debe ser cuando no se deja de crecer: cada libro supera al anterior).


En lo personal: me ha gustado mucho esa biografía-exprés de Caravaggio. Y qué bien encajan las diferentes historias, con qué gracia.


En resumen, que sí. Álvaro Ortiz. No le den vueltas: de lo mejor de este año.



lunes, 14 de diciembre de 2015

Esta sensación de sopor que acorcha los sentidos y que crece cuanto más se acerca el invierno...


(Y un gato dormilón, cortesía de señor AÍSA)

sábado, 12 de diciembre de 2015




Música para el fin de semana. Antes de que lleguen los villancicos, un poco de alegría terrenal: The Ramones, y no hay más que decir.

En otro orden de cosas, días tranquilos en el edificio Baxter. Lectura, series de televisión en vena y el ruido de la obra de banda sonora industrial. Por ahora, todo en orden. 

Estos próximos días tengo intención de ponerme un poquito las pilas y hablar no de los mejores tebeos de este año, que es una cosa que me da perezón y además siempre se me olvidan unos cuantos y eso no es, pero sí de los mejores que he leído en los últimos meses. (Lo dejo dicho aquí, a ver si así me animo.)

Por lo demás, bien, gracias.

lunes, 7 de diciembre de 2015


Este próximo fin de semana se celebra el Expocómic. No sé si me acercaré, que ya saben que soy poco de saraos, pero les dejo aquí el cartel que ha hecho David Rubín y, lo más importante, las fechas de firmas de mi amigo Ricardo Machuca. Por si se pueden ustedes pasar.


Después de escribir la entrega de hoy de Lupitas y centauros, me vino a la cabeza esta canción de hace muchos años (que hoy suena todavía bien, más allá de esa producción tan de entonces). 


La imagen de señor AÍSA, tan melancólica y post-soviética, me parece maravillosa.

domingo, 6 de diciembre de 2015



Domingo. Hace sol en la calle. Se está bien en casa.

Días tranquilos en el edificio Baxter.


sábado, 5 de diciembre de 2015



Música para el fin de semana. A las chicas de Hinds les faltan un par de hervores, pero lo suplen con un entusiasmo más que evidente, y escucharlas me pone de buen humor. Así que bien.

Por lo demás, todo en orden. Trabajo el puente, y supongo que habrá (ya saben dónde) más gente que en la guerra, pero luego tengo unos días libres para reposar y ocuparme de unas cosillas.

Buenos días.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Con esto de la obra del ascensor, la expresión "se me cae la casa encima" que tantas veces se oye por ahí adquiere una dimensión muy gráfica...

sábado, 28 de noviembre de 2015



Me ha gustado mucho Los supervivientes, de Jimina Sabadú. Y me ha gustado también mucho El comensal, de Gabriela Ybarra. Los he leído uno a continuación del otro. Y, a lo mejor por eso, me ha parecido que tienen cosas en común, aunque no tengan, en realidad, mucho que ver. Me ha parecido que, en el fondo, en ambos se habla del duelo, ese tiempo de dolor y desajuste en el que nos acostumbramos a la ausencia de quien muere. Ybarra lo hace de manera literal: la muerte de su abuelo, asesinado por ETA, y la muerte de su madre tras una metástasis brutal. Jimina, creo, construye una metáfora, su luto no es por quien muere, sino por los que sobreviven, a pesar de los daños. El comensal está escrito con una desnudez y una contención admirables, quirúrgicas y heladoras. No sobra nada. Ni falta nada, tampoco. En Los supervivientes hay una mirada más cálida, pero también Jimina aplica el bisturí con pulso firme, también juega con la elipsis y sabe cómo contar más con sus silencios que con palabras superfluas. Gabriela Ybarra escribe, eso sí, en una primera persona estricta, reconstruye hechos públicos y trabaja con confidencias privadas, casi impúdicas en su privacidad, a veces. El resultado es extraño, conmovedor y, sobre todo, turbador. Jimina Sabadú, desde su tercera persona, juega con el punto de vista y sabe medir los tiempos y decir lo justo de cada personaje. Es hábil a la hora de armar la narración, y su prosa resulta cercana, se reconocen ritmos y cadencias que uno escucha en la calle, maneras de hablar. En ambos casos, la sensación que queda tras la lectura es de amargura. Quizá es una amargura abstracta, indefinida o, más bien, impersonal, en el caso de El comensal, y una más efectiva, por así decir, la que transmiten las páginas de Los supervivientes. Porque en el primer caso, el duelo que se narra es muy concreto, y nos reconocemos en él si hemos sufrido alguna muerte cercana, mientras que en el segundo el dolor nos alcanza a todos, porque todos hemos estado ahí en un momento determinado, y todos, pero todos, tenemos o hemos tenido cerca a gente así, acosadores y acosados, lobos o corderos: supervivientes. El colegio como antesala de un infierno cutre, en el que se perpetúan los mismos roles, las mismas miserias, un infierno como de provincias que dura toda la vida.


De Gabriela Ybarra no sabía nada. Esta es su primera novela, si no me equivoco. Creo que merecerá la pena estar atento a lo que pueda escribir de ahora en adelante. De Jimina había leído ya cosas, una primera novela (Celacanto) que ya me gustó, pero no tanto como Los supervivientes, y algunos cuentos que también disfruté mucho, así que no hace falta decir que espero con ganas lo próximo que vaya a hacer.



Música para el fin de semana. Marc Almond es uno de esos bichos raros que el pop da y con el que no sabe uno a qué carta quedarse, aunque, en general, en el edificio Baxter se le tiene cariño. Y esta canción, que él hizo suya cuando era un jovencito arrogante, suena a menudo por aquí.

Más cosas. Que el frío ha remitido un poco estos días. Que el fin de semana va a ser tranquilo y mayormente casero. Que las navidades están ya ahí mismo. Y que tengo una pila de cosas por leer que da gloria verla... ejem.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Los obreros están reformando la escalera esta semana. Es decir, echándola abajo y construyendo otra. Para que quepa el ascensor. Así que estos días vivir aquí se parece mucho a vivir en una centrifugadora gigante. O en el estómago de Galactus ahí, en plena digestión planetaria.

Días (no tan) tranquilos en el edificio Baxter.

sábado, 21 de noviembre de 2015




Música para el fin de semana. Paul Weller. No sé si se acuerdan: The Jam, The Style Council... 

El otoño ha vuelto de golpe esta mañana, entre ráfagas de viento y lluvia.

Yo estoy leyendo Los supervivientes, la novela de Jimina Sabadú que ganó el premio Ateneo Joven (y me está gustando mucho). Y tengo en lista de espera (por orden de ganazas) lo nuevo de Álvaro Ortiz, el Aquí de McGuire, dos cosas de Inio Asano, el libro nuevo sobre tebeos de Santiago García (pero aquí hago trampa, que de este he hecho ya alguna cata). Es obvio que necesito unas vacaciones...

jueves, 19 de noviembre de 2015



Señor AÍSA hackea a Watterson con AMOR para celebrar, con Lupita, los treinta años de Calvin & Hobbes
Tal día como ayer se publicaba, hace treinta años, treinta, la primera tira de Calvin & Hobbes
Madre mía... treinta años ya.

La obra de Watterson, por cierto, se lee hoy tan viva, tan fresca, libre y creativa como entonces.







Un consejo: si no los tienen, háganse con los libros. La vida es mejor con Calvin y Hobbes en casa.










martes, 17 de noviembre de 2015

Pues ya está Procyon3 en las librerías. Háganse con él, que tiene miga.


(Aquí, por cierto, un resumen de entregas anteriores para ponerse al día.)

lunes, 16 de noviembre de 2015

El lunes amanece despejado otra vez. El sol de primera hora de la mañana enciende la fachada del otro lado de la calle. Lupita, en cambio, se adelanta al invierno en una tarde fría de paseo y café caliente.


Señor AÍSA pone el azul y el blanco.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Hay dos libros que esta semana próxima verán la luz y que espero con impaciencia. Es decir, no: hay más que se han publicado ya o están a punto de, y a los que tengo ganas de hincar el diente. Pero estos dos los firman dos amigos, y eso me pone de buen humor.


Procyon 3. Dibbuks.  Ricardo Machuca.



Rituales. Astiberri. Álvaro Ortiz.


sábado, 14 de noviembre de 2015



Sfar, en su instagram (también en su twitter).


¿Música para el fin de semana? También hoy. Abro facebook esta mañana y encuentro esta canción que ha compartido el amigo R.

Cuando anoche me fui a la cama, después de comprobar que mi amiga M está bien, que le había pillado en casa, desde donde escuchaba sirenas que iban y venían (facebook otra vez: tiene sus utilidades), la cifra oficial de muertos oscilaba entre cuarenta y sesenta. Me levanto y se habla de ciento veinte. 

jueves, 12 de noviembre de 2015



Ayer tuve tiempo de instalar la impresora nueva, ponerme al día con algunos correos que tenía pendientes y escribir la Lupita del próximo lunes. (Además, hice un poco de compra y hasta leí un ratito.)

Hoy toca reunión mañanera (estrategias de resistencia antiskrull; no sé yo...) y luego vuelta al trabajo. Poco tiempo para nada más.

Mientras tanto, el año avanza, se acumulan lecturas pendientes de esas que apetecen mucho, el frío se resiste a instalarse y, si te quedas muy callado, igual escuchas a España rompiéndose despacito.

Días tranquilos en el edificio Baxter.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Y a veces ocurre que las cosas encajan sin uno ser consciente, y Lupita presenta su Liga de las Mujeres Extraordinarias precisamente hoy, cuando se cumplen 101 años del nacimiento de Hedy Lamarr, que vivió una vida más extraordinaria que cualquier ficción. El término inglés es serendipity, que suena bastante mejor que nuestra casualidad, y tiene más lustre que nuestra chiripa.


La imagen, de tono irresistiblemente juvenil, la pone señor AÍSA.

domingo, 8 de noviembre de 2015




Música para el fin de semana (en Madriz, largo). Cooper. Esto es soleado y bonito.

Buenos días.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Esto lo pones en un tebeo y, si no es de humor, la gente se ríe igual, porque es de aurora boreal. Lo de los anarquistas que han detenido por poner artefactos explosivos (me encanta la nomenclatura, tan del pasado siglo) en iglesias y bancos.

Que son anarquistas, dicen, pero tienen estructura jerárquica, con su jefe y todo (de origen chileno, a la sazón). Raro. 

Que son ultraveganos, dicen. No sé cómo se puede ser ultravegano. (A no ser que se refieran a que vienen de más allá de Vega, que ya es venir de lejos para subvertir el orden constitucional, digo yo.)

Que ni fuman ni beben. (Puede que al final sí que vengan de Vega, por lo menos.) Eso sí, pertenecen a una corriente internacional "hardcore punk". O algo.

No, en serio... vivimos en una secuela de ¡García! y no lo sabíamos.

¡García!: Manel Fontdevila mix





Música para el fin de semana. Cola Jet Set, que vienen a ser los herederos lustrosos de Los Fresones Rebeldes, tienen disco nuevo. Ya saben, pop luminoso y de colores pastel. (Del vídeo de "Sábado", quizá lo mejor sea ver a ese Felipe Fresón de sienes plateadas y con cara de padre: paradoja.)

Por lo demás, vuelve el sol y a mí me ha venido como una fiebre nipona que, por ahora, no parece que se me vaya a pasar en dos días: que si Matsumoto, que si Oishinbo, que si Asano...


martes, 3 de noviembre de 2015

Bueno.

Asunto skrull.

En el convenio que se ha estado negociando estos últimos meses, nuestros queridos skrulls han tenido a bien proponer, para un tercio de la plantilla (puede que algo más), que casualmente se corresponde con los niveles (y sueldos) más altos, unos dineros sustanciosos en calidad de incrementos salariales, complementos y alguna regalía, dejándonos al resto tal cual estamos. Además, en el resto de asuntos (horarios, turnos, formación, compensaciones, por un poner) apenas si hay algún matiz cosmético, si es para bien, y más de un recorte para peor.

Después de forzar un poco la cosa entre unos y otros, se ha conseguido que, antes de la firma, se haga una asamblea con votación vinculante. Allí, los miembros del Comité de Empresa más contentos con las propuestas skrull (muy skrulls ellos mismos, claro, no olvidemos sus poderes), han planteado sus razones, y los demás (los míos), las suyas. 

Votaciones. 

Resultado: 244 votantes; 120 síes; 120 noes; 2 nulos; 2 en blanco.

En serio. Así ha sido.

Así que, visto lo visto, a los skrulls les ha faltado tiempo para firmar el convenio: son mayoría (cuando no están a hostias entre ellos, pero vamos, mayoría). Los paros que se habían convocado para las próximas semanas se desactivan, claro: no tienen sentido ahora.

Me guardo la cartita donde se me comunica mi nombramiento como servicio mínimo. (Otra vez será.)

Así que, en general, qué quieren: MAL.




Eso sí: 120, 120, 2, 2. Tremendo, ¿eh? 

Así somos en casa. (Que, al final, aquello es mi casa también.)

lunes, 2 de noviembre de 2015



La máquina de escribir que tenía señor AÍSA, y que aún conserva, es una Olivetti Lettera 32. Yo de la mía no me acuerdo, la verdad. (Lupita tampoco: ella recuerda otras cosas, y a veces las echa un poco de menos. Nada más que un poco, eso sí.)