sábado, 29 de enero de 2022





Música para el fin de semana. Las descubrí ayer mismo, por puro azar: se llaman Pinpilinpussies, y hacen una especie de punk lo-fi muy enérgico. El nombre viene de pinpilinpauxa, que es como se dice mariposa en euskera, una palabra maravillosa que conocí hace muchos años en (modo abuelo Cebolleta on) un relato publicado en Nueva Dimensión del que no recuerdo nada más que esa palabra, que era el nombre de una máquina del tiempo o una nave espacial. (El cuento no era una traducción, y me quiere sonar que fuera de Angélica Gorodischer, pero esto es más bien un tiro a ciegas. En fin, nada: modo abuelo cebolleta off.)

La semana bien, ¿no? Dejando aparte los tambores de guerra y lo pesados que os ponéis con Eurovisión. Yo estoy ya en cuenta atrás, que el martes toca volver al Marco Incomparable, pero por lo demás bien, sí.

Días tranquilos en el edificio Baxter.

sábado, 22 de enero de 2022


Música para el fin de semana. Ya tardaba en dejar aquí esta barbaridad de Mon Laferte. De esta chica vi una actuación en La hora musa (en La 2), en mood Twin Peaks, que me dejó bastante flipado, y desde entonces me gusta echar un ojo a lo que va haciendo.

Menuda semana, ¿eh? Uno pone las noticias y el mundo se acaba cada veinte minutos. Pero hace solecito, vamos a no ponernos mustios.

Por lo demás, días tranquilos en el edificio Baxter.

 

lunes, 17 de enero de 2022

estos días hemos visto en casa The New Pope, y a pesar de que con Sorrentino a veces dan ganas de tirarse por el balcón y tiene esa pulsión de señoro que no puede evitar, lo hemos disfrutado bastante

hemos terminado de ver, también, The Expanse, que es CF fetén y una maravilla que hay que ver, eso sí, con la libreta a mano para anotar quién es quién, de dónde viene y con quién se lleva bien o mal; en un universo paralelo más feliz, ahora me pondría a verla otra vez del tirón, pero en este no me da la vida, así que ya habrá tiempo (o no) cuando llegue la jubilación (ejem)

y hemos acabado con la tercera temporada de Lo que hacemos en las sombras, que es un poco más dispersa que la segunda, que ya era, a su vez, un poco peor que la primera (pero es que la primera es obra maestra), pero nos ha hecho reír mucho y bien, y eso es lo que cuenta; amo mucho a ese puñado de vampiros lamentables, casi tanto como a Guillermo 

seguiremos informando...

sábado, 15 de enero de 2022


Música para el fin de semana. The XX again. Que me gustan, a ver.

Pues poca cosa que contar. Pasan los días, yo voy haciendo las cosillas que tenía pendientes (que ya es novedad, eh, poca broma). Leo, veo cosas.

Cada día recibo noticias de gente que se ha infectado o tiene a alguien cerca infectado. (Y ya solo escribir esta frase me vuelve a poner en un mood CF. No me canso de decirlo: vivimos en un tebeo distópico.) Luego pongo la tele y entro en el circo de los filetes, y escucho que en cuanto que pase esta hola vamos a "gripalizar" el virus, que ya no es tan grave, y mira, qué pereza todo, qué impotencia también. Y pienso: tengo que comprar más mascarillas.

Hoy he hecho pisto. Muy rico.

En la calle, enfrente, hay chavalería haciendo cola, no sé qué concierto o qué cosa habrá más tarde.

Tengo una carta a medio escribir, a ver si luego.

En las noticias he visto que anuncian una temporada nueva de Fraggel Rock en alguna plataforma, y de verdad que no se me ocurre mejor noticia a día de hoy, a esta hora.


Días tranquilos en el edificio Baxter.


el mood, today



(Mutts, by Patrick McDonnell)





viernes, 14 de enero de 2022

mediado ya enero, y antes de que la pereza me venza otro año, me pongo con mi lista de los tebeos que más me gustaron en 2021; una lista que va a ser corta, porque no he leído tanto como hubiera querido, pero mira, el tiempo y el espacio son limitados (sobre todo el espacio, ejem), así que esto es lo que hay


lecturas que, por una u otra razón, me hicieron feliz


La isla, de Mayte Alvarado. Reservoir Books. Seguramente el mejor cómic que se editó el año pasado. (O, como mínimo, el que más huella me ha dejado.)

Raros, de Laura Park. Underbrain. Lo leí a principios de verano, y desde entonces no he dejado de darle vueltas. Ojalá alguien editara más trabajos suyos.

Jiménez del Oso, de Lorenzo Montatore. Es la primera entrega de Vidas de niños/as dentro del fanzine infantil Tupitina, una maravilla que firman él y Blanca Lacasa al alimón bajo el nombre en clave de Carabel (lo que no deja de ser una declaración de intenciones). 

Todo bajo el sol, de Ana Penyas. Salamandra Graphics. Es que no sé ni qué decir, lo de esta mujer me abruma.

Us, de Sara Soler. Astiberri. Me gustó mucho el fanzine, y no tenía claro cómo funcionaría la cosa con más páginas. Spoiler: MARAVILLA. Es emotivo, didáctico y muy divertido. Y qué bien resuelto todo.

Hopper, de Felipe H Navarro. Autoedición que recoge su webcómic en un formato cuquísimo. Que si digo que es experimental, o minimalista, o poético, habrá quien arrugue la nariz. Pero lo disfruté mucho por entregas, en su momento, y es una alegría tenerlo en papel, ahí, en la balda de cosas exquisitas.

Tonta, de Jaime Hernández. La Cúpula. A ver, Jaime Hernández, es que no hay que decir más. 

Holms y Piorot, de Jali. Diábolo. Que lo acabo de leer, como quien dice, y menos mal. Cambio de registro con respecto a sus anteriores libros: del gótico de juguete a recoger el testigo de Raf. Jali siempre en mi equipo. 

El pacto, de Paco Sordo. Nuevo Nueve. Pues seguimos con el recuerdo, o la reivindicación, de Bruguera. Madre mía, qué bien me lo pasé.

Villanueva, de Javi de Castro. Asiberri. Horror folk, o como se diga, pero de aquí. Funciona como un reloj, y qué bonito está dibujado. No sé si se puede pedir más.

Big Foot, de Pau Valls. Autoedición de su webcómic. Otra joyita de las que me ponen de buen humor.

Prdro y Maili, de Ávaro Ortiz. Astiberri. Más webcómic. Una ida de olla que, con el tiempo, ha demostrado ser casi profética. No es tan bueno como El murciélago sale a por birras, pero es que era imbatible (ejem). Como madrileño que soy, pues qué voy a decir: me llega al corazón.


(nota al margen: ¿soy el único que ve una cercanía de estilo en este grupito de Ortiz, Valls, de Castro y, en menor medida, Sordo, y alguno más?;  una especie de línea clara cuqui que, por cierto, me encanta)


Doña Concha, de Carla Berrocal. Reservoir Books. (También, sus apuntes biográficos sobre Emilia Pardo Bazán, que aparecieron a lo largo del año en la revista M21, y que ojalá se recopilaran en algún momento.) Nada, un pedazo de libro. Qué bien escrito, y qué bien encajado está el grafismo, tan sintético y tan elegante.

Contrapaso, de Teresa Valero. Norma. A mí la cosa francobelga clásica se me hace bola desde hace tiempo, y me acerqué a este álbum con mucha prevención, pero mira, nada que ver. El tono ligerito y la sensación de familiaridad, de estar leyendo un tebeo de otra época (pero en bien, no es peyorativo), me dejaron muy buen cuerpo. 

Medea a la deriva, de Fermín Solís. Reservoir Books. El trazo, los azules, los silencios. Hay muchas cosas que me gustan de este libro.

La cantina de medianoche 4, de Yaro Abe. Astiberri. Yo qué sé, me encanta. De verdad que me hace feliz leer estas historias medio disparatadas a veces.

Los grandes espacios, de Catherine Meurisse. Impedimenta. Qué francés todo. Eso me hace gracia.



en fin, yo qué sé

he leído más cosas, pero no han dejado rastro, o me han dejado un poco así; y me faltan muchas otras cosas por leer, ya lo he dicho (lo de Montatore, por ejemplo; o lo de Laura Pérez, que intuyo que me va a gustar)


sábado, 8 de enero de 2022


Música para el fin de semana. Estos tres tan salaos se llaman Drinking boys and girls choir, y son de Corea del Sur. Hacen un punk pulcro y ordenadito que te alegra el cuerpo te lo pongas a la hora que te lo pongas, y eso es muy de agradecer a estas alturas del mes y del año.

Pues nada, que se acabaron las fiestas por fin. Toca guardar los duendes y gestionar el empacho, lo que queda del turrón y los tappers de sobras. Menos mal que tengo aún unos pocos días de asueto. Aprovecharé también para poner un poco de orden (típico propósito de año nuevo que nunca se cumple, I know), ponerme al día de lecturas, terminar los deberes, hacer aquí balance del año pasado. Si todo va bien.

Días tranquilos en el edificio Baxter.

   

miércoles, 5 de enero de 2022

paseando por el barrio vimos hace unos días unos carteles que piden ayuda para encontrar a Tomás, un gato atigrado que lleva collar azul y nunca ha salido de casa (hasta ahora), y me pareció precioso llamar Tomás a un gato, en lugar de Lasaña, Calcetines o Princesa; Tomás tiene una sonoridad muy de calle, de bareto amigable, y en realidad me parece más nombre de perrillo que de gato, pero yo qué sé

pobre, ojalá aparezca

domingo, 2 de enero de 2022

ayer, en la sobremesa, mientras buscábamos en google maps una casa con fantasma, mi madre contaba anécdotas de su niñez: esa abuela que, de jovencita, aprovechaba cualquier momento para esconderse en el altillo del granero para leer novelas por entregas; esas mismas novelas que al caer la tarde, cuando ya todas las tareas se habían terminado, leían las chicas en el patio, en voz alta (las chicas siempre, ni rastro de señoros ahí), para que las escucharan las más pequeñas, las que no sabían todavía leer

también, acordándonos de esa tía abuela coja (la polio, seguramente) que llevaba la pierna mala forrada de imanes, porque le aliviaban el dolor (??!!)

larga sobremesa de recuerdos, y una casa que al final aparece, con su puerta verde y las persianas bajadas... todas, menos una (y la idea de que es justo detrás de esa ventana donde el fantasma entretiene los días mirando la calle, el mundo, la vida) 

sábado, 1 de enero de 2022

Música para el fin de semana (y para el año nuevo). Pues de las cosas que descubrí en 2021 (con retraso, as usually), The Softies. Que vienen muy bien para empezar un 1 de enero primaveral, y un año que vete a saber cómo viene.

Del 22 igual podemos hablar en unos días (las cosas que leí, la música que escuché: las cosas que me hicieron feliz, ya sabéis), pero adelanto aquí que el último libro fue El quicio, de Elisa Victoria, y la última serie, rematada ayer mismo, Hawkeye. Dos aciertos para cerrar el año con buen sabor de boca.

Por lo demás, poco que contar.

Días tranquilos en el edificio Baxter. (Bueno, claro: feliz año nuevo.)