domingo, 28 de julio de 2019

me lo cuenta con los ojos brillantes: irse a Grecia y buscarse allí la vida, encontrar trabajillos de guía en museos, alquilar un piso para ella sola por el mismo dinero que ahora paga por una habitación en la casa del terror, alejarse del bucle sin salida en el que siente que está atascada, empezar de cero en un sitio en el que, desde muy chica, siempre ha querido vivir

(me lo cuenta mejor, más atropellada y con menos drama, pero yo qué sé, me sale así)


y a mí escucharla me pone de buen humor y me emociona, y luego pienso que ojalá volver a sentir ese entusiasmo por las cosas, porque igual con los años lo que sí se pierde es la capacidad de ilusionarse hasta la médula de los huesos



(en otro orden de cosas, hoy se ha dormido bien en casa, sin ventilador y con las ventanas cerradas; por fin) 

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