jueves, 5 de mayo de 2016

Hoy se inaugura el Salón del Cómic de Barcelona. Tampoco este año voy: estas cosas me dan mucha pereza incluso cuando las tengo cerca, así que si tengo que desplazarme se me hace todo MUY cuesta arriba.

A lo que vamos: se abre el Salón, y la avalancha de novedades estará empezando a llegar a las tiendas. Lo que se ha distribuido en las recientes semanas es muy posible que desaparezca de la vista, y hasta de nuestra memoria (de la mía, seguro, que soy como soy). Y alguna cosa interesante pasará sin pena ni gloria justo por eso: falta de tiempo y oportunidad para que el curioso pueda hojearlo dos veces seguidas y plantearse si se lo lleva a casa.


Se me ocurren dos libros que sí he leído y que no merecen pasar desapercibidos: Cuadernos japoneses, de Igort (Salamandra Graphic) y Malaria, de Jali (Astiberri). El primero es un curioso artefacto, más o menos autobiográfico, en el que el autor italiano, histórico de la vanguardia y que compartió en tiempos trinchera con gente como Mattotti o Carpinteri, reflexiona sobre su amor por un Japón que tiene mucho de espacio mítico, y lo hace a partir de su experiencia personal como mangaka (trabajó para la industria nipona con un relativo éxito), narrando su estancia en aquellas tierras y mezclando con habilidad sus recuerdos, trabajos propios de diferentes épocas y notas biográficas de figuras históricas del manga, el anime o la ilustración clásica de allí (Tezuka, Hiroshige, Miyazaki). El conjunto, de una sorprendente armonía pese a los constantes cambios de registros narrativos y gráficos, proporciona una lectura vivificante y muy intensa, y deja un estimulante poso de melancolía bien entendida. A mí, que me gusta mucho lo que he leído de Igort, Cuadernos japoneses es lo que más he disfrutado suyo.


En cuanto a Malaria, qué voy a decir. Es un placer reencontrarse con el mundo tenebroso y emocionante de Jali, un creador que se prodiga demasiado poco y que aquí entrega otra de sus fábulas de ternura esquinada, con ecos explícitos de El Mago de Oz. Un librito que le ha costado mucho tiempo completar, porque lo primero es lo primero y hay que comer todos los días, pero que se lee en un suspiro y con la sensación de que te lo están contando al oído. Jali, dueño de un imaginario personal e inconfundible, maneja los tiempos como no lo hace casi nadie, y se recrea en recursos de narrativa gráfica espectaculares y muy de tebeo que uno, lector viejo, agradece siempre. Ojalá Malaria, que es un libro pequeñito, no se haga invisible y tenga el largo recorrido que merece.


Por lo demás, bien. Amanece nuboso, el calor impertinente de los últimos días parece que remite.

Días tranquilos en el edificio Baxter. 

2 comentarios:

  1. ficomic lleva unos años programando el salón justo el fin de semana que me toca trabajar. jueves y viernes por la mañana imposible, que yo también voy acelerada, el sábado todo el día en la biblioteca, así que sólo me queda el domingo. es un poco apabullante, lo de ir al salón del cómic, así que últimamente mi atención dispersa sólo puede absorber algunas cosas...

    a ver si salgo de allí con la firma de fayolle y, quizás, con el libro de amarillo indio, que me da muchas alegrías en twitter.

    estos dos que recomiendas me aseguraré de que no se me escapen cuando asomen nariz por la biblioteca :-)

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    1. creo que te gustarán las dos, aunque de maneras diferentes

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