domingo, 20 de diciembre de 2015

Me gustó Papel estrujado: lo dejé por escrito al poquito de leerlo. De hecho, buena parte de lo que entonces dije valdría para este segundo libro de Nadar: el cuidado en los detalles, el trabajo con los personajes, la preocupación por proporcionar una textura familiar y creíble a la narración.



Pero El mundo a tus pies es algo más. Toda segunda obra supone un riesgo, y Nadar aquí lo asume, ve la apuesta y la sube, y entrega un libro muy valiente. Primero, cambia el formato físico (¿se está poniendo de moda el cinemascope en papel?) y cambia también la estructura: tres historias independientes, relacionadas por temática y tratamiento. Segundo, cambia el asunto, o más bien centra su mirada en un único tema: la crisis y cómo la viven unos jóvenes que se ven obligados a emigrar, o a aceptar trabajos de mierda, y aún se espera de ellos que lo agradezcan y se sientan privilegiados. Tercero, también el grafismo cambia, se hace más limpio, menos expresionista, como abrazando una narrativa neutra y tradicional. Y se añade, además, el color, también en esa misma línea.



El resultado no decepciona, pero tampoco es redondo. O no me lo parece a mí. Por resumirlo en pocas palabras: la primera historia bien, se dicen las cosas sin decirlas y los personajes importan, pero  en la segunda se abusa de clichés que hacen que no me la crea (hablo de situaciones y hablo de personajes, también), y en la tercera hay determinados diálogos que pecan de enfáticos y demasiado "de tesis".



Y, no siendo del todo satisfactoria su lectura, está entre lo mejor que se ha editado este año. Por otras muchas razones. Y porque lo que está bien, que no es poco, está muy bien, y hay evolución y afán de cambio con respecto al libro anterior.

Además, en otro orden de cosas, cuenta lo que cuenta, y es muy importante que se hagan libros así, valientes y rabiosos. Es muy importante hacer una crónica de lo que está pasando. Y qué bien que se haga también desde nuestro medio (y fuera, claro, del reducto galo del humor gráfico, tan peleón siempre).

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