miércoles, 16 de diciembre de 2015

Álvaro Ortiz dibuja gente pequeñita y expresiva, llena sus páginas de viñetas también chiquitas, colorea con un gusto particular y característico y se ha construído un universo narrativo propio, inconfundible y muy abierto que nos ha dado tres obras sorprendentes, tres caminos diferentes para adentrarnos en él.

En tiempos firmó dos libros "de aprendizaje", de un tono poético muy diferente al que ahora maneja, pero que ya apuntaban las maneras narrativas que hoy todavía maneja. En ellos había ballenas y piratas, y había también veranos muertos. Después hubo un doble salto mortal, y ahí surgió una delicia de azules pálidos y dioses nórdicos, Fjorden, y una comedia "indie" de carretera y manta que le puso en el mapa y supuso su puesta de largo como autor, eso tan complicado: Cenizas.


Premios y becas después, y tras otro libro, Murderabilia, que desconcertó a muchos y le afianzó como creador de lenguaje y mundo propios, este año ha publicado Rituales. Que es un artefacto sorprendente, de narración fragmentaria y acumulativa, lleno de guiños y muy, muy satisfactorio. Seguramente su mejor trabajo hasta hoy (y así debe ser cuando no se deja de crecer: cada libro supera al anterior).


En lo personal: me ha gustado mucho esa biografía-exprés de Caravaggio. Y qué bien encajan las diferentes historias, con qué gracia.


En resumen, que sí. Álvaro Ortiz. No le den vueltas: de lo mejor de este año.



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