jueves, 17 de diciembre de 2015

Me gusta mucho Paco Roca, y el Paco Roca que más me gusta es el más intimista, el de Arrugas. También, de alguna manera, el humorista. (No tanto el humorista en pijama como el otro, el del Emotional World Tour.) Y me gusta, sobre todo, que humor e intimidad suelen ir de la mano en sus trabajos.

 La casa está, precisamente, en esa línea. Así que, qué les voy a contar.


Dos notas. Primero, el formato apaisado exige propuestas de composición de página específicas, y Paco Roca resuelve bien el desafío. No se ha limitado a cortar por la mitad las planchas, sino que aprovecha el formato, juega con él. Segundo, la sutileza con que se aborda un tema tan complicado como la muerte reciente de alguien querido (el padre, en este caso). Ese humor ligero, cotidiano, que lo tiñe todo. En una palabra: cariño.


Una nota (personal) más: puede ser que este sea uno de esos libros que se entienden mejor si se han cumplido ya unos años y a uno le han pasado determinadas cosas. (Y eso, que hoy se publiquen tebeos así, es una buenísima noticia.)


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