domingo, 6 de septiembre de 2015

Ayer hablaba con señor AÍSA y queda Lupita por delante... hasta un cierto punto. Porque hay límites para todo, porque hemos empezado a repetirnos. Porque estamos tanteando a ver si nos atrevemos a embarcarnos en algo largo y en papel, y eso es mucho trabajo y mucho compromiso. Y porque todo tiene su recorrido natural, y forzar las cosas puede acabar por estropearlas.
Pero queda todavía Lupita para unos cuantos meses.

Lupitas y centauros ha sido, es, una especie de catálogo de referencias, preferencias y amores. Míos. De señor AÍSA. Del ejército aliado. Pero, sobre todo, míos. Por eso me hace tanta gracia, y me sorprende tanto (y me emociona, también, o sobre todo), que haya amigas lectoras, y lectoras amigas, que me digan que sí, que se identifican con algunas entradas, que se parten de risa porque hay Lupitas que ellas percibe TAN de verdad, TAN femeninas... que no se acaban de creer que las haya escrito yo así, sin más. (Eso sí es un elogio.)

En Lupitas y centauros está toda mi educación sentimental y todos mis referentes culturales. Es, además, lo más parecido a un poemario que jamás voy a  escribir. (Que para mí, poesia no eres tú: poesía es la Estación Espacial Internacional, Spiderman, una canción de Yo La Tengo y las películas de Carpenter o el acelarador de partículas. Por ejemplo.)

En Lupitas y centauros están Bradbury y Lovecraft, Lem y Cortázar. Están los X-Men y el Spiderman de Ditko y Romita. Están Los Cinco y Alicia, Tom Sawyer y Charlie Brown. Hay vampiros y zombis, robots gigantes, fotógrafos del pánico. Se habla del placer de cocinar y del placer de comer, de música pop, de Buffy. Hay recuerdos de la infancia, y están HYDRA y SHIELD. Hay sueños, anhelos, amores perdidos, cajeras de supermercado, tatuajes. Se fuma y se bebe. Hay cosmonautas y hay crononautas. Hay un balcón desde el que asomarse a la noche y vigilar el cielo. 

Hay muchas ganas de contar cosas.



Mañana es lunes. Mañana, la Lupita 201.

Sin falta.

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