lunes, 15 de enero de 2018

Pues eso, listado con viñetas. Que llega cuando llega, así que cabría enlazar aquí unas cuantas de las listas que durante el último mes han ido apareciendo y hacer mutis tan tranquilos, porque una vez publicada la del amigo Pons (en dos entregas: novedades y reediciones) ya poco queda por decir; pero lo que me apetece de verdad es señalar, de lo que he leído (que no es todo, claro) unas cuantas cosas que me gustaron de manera especial, libros o gente que me llamaron la atención por lo que sea, y a eso voy.

Para mí, lo mejor del año pasado es el libro de Ángel de la Calle (Pinturas de guerra, en Reino de Cordelia), seguido muy de cerca por el sorprendente debut de Ana Penyas en Salamandra Graphic, Estamos todas bien (que fue premio Salamandra/FNAC). El primero lo he leído ya tres veces, tres, y en cada ocasión me aturde, me engancha y me apasiona como hacía mucho tiempo que nada lo hacía. El segundo me parece maravilloso por distintas razones: el tema, el tratamiento gráfico, la ternura de ese retrato de dos mujeres en el final de sus vidas. Y ya después vienen Vivès y Torres y Schrauwen y Jajaja y Gauld y Tsuge y Paco Roca y, en fin, todo lo demás (que no es poco, por cierto).

Pero hay algunas cosas que me gustaría anotar aquí. Al hilo.


La revista M21, editada por el Ayuntamiento de Madriz (ejem) y al cuidado de Enrique Flores, que empezó un poco titubeante y con el tiempo ha ido reuniendo una serie de firmas más que notable. Así, se recupera en sus páginas a LPO o a Víctor Aparicio, a Victoria Martos. Se da cancha a grafistas como Jacobo Pérez Enciso (le tengo un cariño especial, que suyas fueron las portadas de los discos de Esclarecidos). Recoge colaboraciones de muy diversa índole (Carlos Giménez, sin ir más lejos). Y ha permitido a Carla Berrocal, por ejemplo, demostrar que está en su mejor momento (después del excelente Epigrafías del año anterior).

Más revistas: desapareció Voltio (La Cúpula), pero continúa en buena forma La Resistencia (Dibbuks), con su alineación titular dándolo todo: Solís, FHNavarro/Jorge García, Berrio y los demás. Una lectura que deja siempre buen sabor de boca.

El (y también la) Thor de Jason Aaron. Muy entretenido, divertido y con aliento épico.

En la misma línea, pero cambiando de registro, cosas como La imbatible Chica Ardilla o Gata Infernal, usando recursos de comedia juvenil (y hasta millennial, mira lo que te digo) para oxigenar un poco el ambiente superheroico y ponerlo al día, que falta hace.

Los nuevos fichajes de Panel Syndicate: Ken Niimura con su fantasía de cocineras a la carrera, David López con sus superheroínas en la edad del pavo. ¡Frescura!

Larson, de Javi de Castro (Modernito Books). O cómo con un tema que, a priori, no me interesaría nada, son suficientes ocho o diez páginas para atraparme sin remedio. ¡Bravo!

Carlos Maiques, que sigue con Stygryt en la cartografía de sueños y melancolías.

Hopper (FHNavarro), también en 2017.

Tillie Walden, que publicó aquí su Piruetas (La Cúpula) para mi alegría. Otro de los libros del año, hacedme caso.

Tebeos en los museos.

Reediciones: Mort Cinder (Breccia y Oesterheld, Astiberri), Spirou (Franquin y otros, Dibbuks), el Ken Parker de Berardi, Milazzo y más gente, de ECC. Los mamotretos de esos clásicos de Marvel con los que eché mis dientes de lector. Beá (Astiberri y Trilita). Todos esos integrales que acabarán hundiendo nuestras estanterías.

Y libros sobre historieta, claro. De los leídos, los que más he disfrutado: el de Elisa McCausland (Wonder Woman. El feminismo como superpoder. Errata Naturae) y el de Álvaro Pons (La cárcel de papel. Confluencias).



No sé. Todo esto y cien cosas más que se me olvidan. Pero ya es 2018, ya hay cosas nuevas para leer.



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