Tras el paréntesis, vuelta a Madriz. También al calor.
Y a Lupita.
Hoy, una Lupita tatuada y con guiño. Porque es verano, y la piel se ha convertido en un elemento más del paisaje. (Un paisaje, por cierto, lleno de historias.)
Por lo demás, señor AÍSA cumple con la elegancia ensoñadora a que nos tiene acostumbrados.
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