domingo, 5 de julio de 2015

Días tranquilos en el edificio Baxter.

Procuro, después de regar las plantas del balcón, dejar algunos de los platos rebosantes de agua. Los gorriones del barrio acuden a refrescarse y beber, y ver cómo vienen ya a tiro hecho y se pasean tan panchos, vigilantes siempre por si acaso, me ayuda a mantener el buen humor, una cosa que el puto calor hace difícil.

Por lo demás, echo mucho de menos pasar frío.

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