viernes, 19 de agosto de 2022

los dibujos del líquen en el alféizar me hacían pensar en el Marte de la trilogía de Kim Stanley Robinson cada vez que me asomaba a la ventana del hotel, porque mi cabeza funciona así cada vez más a menudo: conexiones inesperadas, imágenes que se reflejan en otras imágenes (por ejemplo, en la exposición de Emma Ríos: unas viñetas pequeñitas y unas líneas que me llevan a las tintas sedosas y precisas de Alex Niño; cosas que me ponen de buen humor)

de vuelta de La Coruña, cansados pero contentos: una semana que se puede resumir en largos paseos, mucha y buena comida, lectura, siestas y, sí, también visitar el festival Viñetas desde el Atlántico, aunque en calidad de Invisible, lo que significa que nadie se dio cuenta

me gustaron en especial las expos de Borja González y de Mayte Alvarado (las páginas alineadas descubren ritmos internos que en el libro pasan desapercibidos); la de Emma también, ya está dicho, y la de Canales, que me pareció muy didáctica, bien pensada

(al hilo de esto: tengo problemas con las exposiciones sin originales; no entiendo la mera sucesión de reproducciones digitales, a no ser que haya un discurso, una reflexión, un afán de explicar algo, bocetos, ensayos, el making-of)

y poco más, ya digo: dormir, comer, pasear, leer, mirar (la gente, el mar, los perrillos)

es el segundo año que vamos, y no será el último


 

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