lunes, 15 de noviembre de 2021

pues hoy, en el trabajo, he empezado la tarde (llegar y besar el santo) con una pareja que ha puesto una reclamación porque se han negado a que se les tomara la temperatura antes de entrar, considerándolo una medida fascista y que atenta a su derecho a la intimidad, pero la he terminado con una señora que se ha pasado el día entero en el museo y me ha enseñado la guía que se compró la primera vez que lo visitó, en 1984, y que trae consigo siempre que vuelve; cuando me preguntan qué es lo peor y lo mejor de mi trabajo, la respuesta es la misma: la gente

y sí, me han llamado fascista unas cuantas veces (ya ves tú), y algunas cosas peores, y me han deseado el despido, pero con el tiempo me he dado cuenta de que pesa más el otro lado de la balanza, el lado bueno

1 comentario:

  1. Opino lo mismo. Yo también tengo trato con el público y es lo peor. Mi trabajo, que es concentración, no es que me apasione pero lo hago bien. Ahora, tratar con la gente... Nos hemos vuelto todos gilipollas, no le encuentro otra razón. Yo he tenido que soportar verdadero acoso por parte de algunos clientes, gente que se comportan como verdaderos tiranos. Qué pena que la defensa mediante la violencia física esté tan mal vista, porque a veces me dan ganas de utilizarla, pero piensas que luego dónde va uno con 48 castañas y te tragas el sapo. Pero estoy muuuuy quemado.

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