domingo, 10 de septiembre de 2017

Volvimos de Gijón y descubrimos que los gorriones del barrio habían dejado de venir al balcón a beber agua. De hecho, durante todo el mes de agosto se les ha visto lo justo en el barrio.

Ahora que se acerca el otoño (y menos mal), están volviendo. En solitario o en parejas.

Y verlos dar saltitos, mirar con toda la desconfianza del mundo, acercarse y beber, me pone de muy buen humor.

(A ver si me corto el pelo...)



Días tranquilos en el edificio Baxter.

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