sábado, 19 de agosto de 2017




Música para el fin de semana. Kate Tempest. Y ya.

Anoche me fui a la cama con la noticia de la muerte de Alfonso Azpiri, que fue uno de los nombres clave de eso que se llamó Historieta Adulta (que no lo era tanto, pero rompió moldes y abrió puertas), allá por los años ochenta y en las páginas de las revistas de Toutain. La máquina de recordar se me puso en marcha y en fin.

Eso, que la semana se las trae.

Por lo demás, terminé de ver American Gods, que me ha parecido autocomplaciente y demasiado pendiente de los vicios de su productor, Bryan Fuller (con independencia de que tenga grandes momentos): yo qué sé, hay secuencias enteras que parecen descartes de los episodios aburridos de Hannibal. Pero vamos, ya digo que tiene momentos impagables: una cosa por otra. Y tiene, además, sentido del humor, eso es importante.

Poco más.

Días tranquilos en el edificio Baxter.

2 comentarios:

  1. Para mí Gaiman sigue siendo la versión soft de Alan Moore. Lo siento, teniendo cosas muy disfrutables (ciertas historias de Sandman, normalmente las de un número), su American Gods parece más de lo que es. Es la impresión que me dejan algunos guionistas, quizás con Morrison a la cabeza, el mostrar mucha artillería pero no saber manejarla y aprovecharse de la confusión para dejar la sensación de obra de múltiples lecturas.

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    1. El recuerdo que me dejó American Gods es como de algo premeditadamente serio, siempre dentro de unos mundos ya muy definidos y muy suyos (de Gaiman). Me gustó mucho más la siguiente novela, que mantenía un tono más ligero y hasta socarrón.

      Mi problema aquí no es el material de partida, sino determinadas rutinas narrativas que ya hicieron que, viendo algunos episodios de Hannibal, estuviera a punto de tirarme por el balcón. Todo ese rollo "artie" de cámara leeeenta y música "rara".

      Por lo demás, sí, Gaiman no es Moore, y cada vez menos. Para bien de todos (él, el otro y nosotros).

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