jueves, 10 de noviembre de 2016

Que ganó Trump, y a día de hoy está todavía todo el mundo dándole vueltas a la cosa y aventurando en qué habremos fallado. Menospreciando, claro, a los que le votaron. Apuntando a que el error fue que no se presentara el tercero en discordia, ese Sanders que hubiera arrasado, parece, a pesar de que ni los suyos le apoyaran. Mareando la perdiz, en fin. Porque aquí lo importante es hablar y sentar cátedra, no admitir jamás que es que no tenemos ni puta idea de qué pasó y por qué (aunque los mecanismos del cómo, me parece, no son tan difíciles de ver).

Mientras tanto, a este lado del mundo real las cosas siguen su curso sin mayores aspavientos. La joven M, miembro en activo de la Liga de Señoritas Extraordinarias, voló esta mañana a Chicago. El frío parece que ha venido para quedarse, con o sin sol. Las lentejas hoy me han quedado bastante bien, y las nuevas estanterías van llenándose despacio pero seguro.


Cosas que me ponen de buen humor estos días, pese a todo:

Braindead, una comedia muy loca que viene al pelo dado el panorama internacional, y que estoy viendo con mucho gusto porque tiene unas cuantas bazas irresistibles: invasión alienígena vía bichitos que se te comen el cerebro, campaña electoral, tejemanejes políticos y la chica de Scott Pilgrim contra el mundo

Universe!, la serie que Albert Monteys está haciendo para Panel Syndicate, y cuya quinta entrega acaba de aparecer. A mi juicio, la mejor hasta ahora. A mí me ha dejado pasmado. Ciencia Ficción de la vieja escuela para lectores de hoy y con un plus: el derroche visual de Monteys, que es de quitarse el sombrero y va a más con cada capítulo. (Para muestra, un botón.)


Hopper, el tebeo minimalista que el amigo FHNavarro está publicando en Tumblr, y que no deja de sorprenderme. (Ojalá que alguien se anime a publicarlo en papel.)

Luis Durán, que sigue con su Orlando y el juego. Ahí tengo el tercer libro, bien a la vista, y mañana mismo me pongo con él.

Seguir descubriendo cosas que no conocía y que, bueno, me alegran la vida. Sin ir más lejos, la música de Andrew Bird (que, con un empujoncito de la amiga S, me he animado a rastrear y, madre mía, qué bien). 


Eso. Cosas que nos mantienen a salvo de los orcos.

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