sábado, 31 de agosto de 2024


Música para el fin de semana. Se acaba agosto, y qué ganas de otoño. Camera obscura suenan a eso, a otoño inminente. Justo lo que me pide el cuerpo.

Pues bueno, la semana de vuelta a la rutina ha ido bien, en general. (Es lo que tienen las rutinas: son automáticas y uno las recupera como quien se pone esas deportivas ya muy usadas.) Además, estos días han sido tranquilos en el Marco Incomparable, así que todo en orden.

Septiembre llega. Se acerca la temporada de calabazas.

Días tranquilos en el edificio Baxter.


sábado, 24 de agosto de 2024


Música para el fin de semana. Pues de estas chicas que el algoritmo me descubrió ayer (mira que me conoce bien) no sé nada. Bueno, sí: tocaron en una fiesta de Flor de Pasión, y eso para mí es ya garantía suficiente. Las Infrarrojas, se llaman, y no me pueden caer mejor.

Bueno, pues cuánto tiempo. Y qué igual sigue todo, en realidad. Vacaciones en A Coruña, antes de las mareas vivas. Movidas. Etapas que parece que se cierran. Mucha calor (pero MUCHA). Agosto resumidito en pocas palabras.

Y la semana próxima, back to work. (Madre mía, qué pereza.)

Por lo demás, ya digo, poca cosa. Todo en orden por aquí, más o menos.

Días tranquilos (y de ventilador turbo) en el edificio Baxter.

sábado, 3 de agosto de 2024


Música para el fin de semana. Como estoy leyendo Temporada de brujas: El libro del rock gótico, de Cathi Unsworth (editorial Contra), esto de los Cure me suena a gloria.

Llegó agosto, y llegaron las vacaciones. Y menos mal: entre el cocedero diurno, las noches toledanas y las obligaciones de adulto, estoy cansadísimo. A ver si levanto cabeza estos días.

En casa hemos estado viendo la segunda temporada de Kleo, una serie alemana de interiorismo peculiar y alguna salida de pata de banco que, en general, nos ha gustado bastante. (Y ahora tenemos el nuevo Batman animado, que está muy bien, la verdad.)

Ayer llovió a mares, y el resultado es que están las aceras del barrio llenas de arena, que parece esto Arrakis.

Poca novedad más. En unos días emigraré al Norte, a ver si hay suerte y me refrigero. Hasta entonces, días tranquilos de ventilador y abanico en el edificio Baxter.