la cosa es que se acaba el mes, estamos ya en pleno (y crudo) verano y mi cabeza todavía está pataleando para hacerse a la idea y asimilar un paréntesis de tres meses que es como un triple salto mortal, y menos mal que, al menos, hemos caído de pie
no se lo contéis a nadie, pero a día de hoy sigo sin tener nada claro el asunto de la reuniones sociales, la terracita o la sobremesa en grupo, y ya bastante tengo con usar el transporte público a diario; el chorreo de rebrotes "controlados", la movilidad, la apertura de fronteras... yo qué sé, hay que arrancar y en eso estamos, pero el abuelo desconfiado que vive dentro de mí no deja de levantar la ceja
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